domingo, 6 de diciembre de 2009

Historia de una vida




Desesperación:

Y cansado de soñarte,
esperar a que aparezcas,
entre copas de alcohol buscarte
si al final nunca te muestras.

He olvidado ya tu voz
y el sentido de mi vida,
que hasta pinto de vacía
por el frío en mi corazón.

Y sólo hay soledad
pese a hallarte en la multitud
vacío y frío sin piedad
con violencia, cual alud.

Misantropía en la gran ciudad
gotas saladas, agua del mar.
No son mis lágrimas…
hace mucho que dejé de llorar.

Creación:

Te necesito vestida de negro,
con esa sonrisa sencilla, espontánea
y aquellos ojos negros…

Te quiero cual sombra,
de espaldas y sin verme;
te quiero fugaz e imprecisa,
embriagadora.

Te amo de lejos, inalcanzable;
con ese perfil delicioso y aquellos labios rojos
que me llevan a besarte.

Te quiero a mi lado y sin verte, cual adorno del paisaje,
como vela en la noche y hoguera en el camino,
mi oasis, nada más.

Te quiero durante aquellos segundos,
los inalcanzables, los borrosos;
aquellos dónde tu mirada parece encontrarse con la mía.

Te quiero de lejos
y cuando lejos estás te necesito,
no te quiero cuando te tengo y te necesito distante,
cuando apenas puedo dar una vista rápida y lejana a tu figura.

Te quiero feliz,
te quiero triste,
pero sólo en aquellos vibrantes momentos
en los que sin verte te percibo;
cuando estás y eres sin hacer nada,
cuando existes, nada más.

Te quiero desenfocada,
como aquella pintura opaca y nublada por los años
en la que mi imaginación juega con la realidad,
haciendo de tus facciones un cuadro y escultura
que en su existencia pasajera
me llevan a amar el instante
y a recordarte incesante
como aquello que fuiste y eres,
el lienzo de la perfección.

Te quiero por tu energía tácita y sonora,
la que inunda el ambiente sin siquiera estar en él.

Eres la presencia inexistente que me acompaña,
ángel y milagro que se revela en un instante,
única y eterna, intrínseca a mi ser.

Te quiero sin quererte, de lejos y a distancia,
te quiero en una búsqueda irreal por tu amor,
como potencia y no acto, como ilusión;
como milagro en el que creer y en el que creo,
como esperanza de amor y promesa de alegría,
como meta y listón al que intento mas no quiero llegar.

Te busco por tu aroma,
por el roce de tu cabello sobre mi piel
y por el primer gesto de tu sonrisa,
por la energía y alegría que desprendes cuando me ves,
cuando te veo, mas sólo en ese instante;
aquel en el que te busco y lucho por tu presencia,
en el que sólo deseo tu compañía y cuando te vas,
cuando añoro tu presencia y me pierdo en mis recuerdos
hasta que llegas y te encuentro,
nunca cuando estás.

Te quiero sin quererte,
es un amor vacío,
un amor que va en contra de mis principios,
que me pierde en mi ética.

Un amor que vive a milímetros de tu cuerpo,
y tan sólo a una fracción agoniza;
muere al encuentro,
renace con la despedida.

Encuentro:

Y apareciste difusa,
caminando entre la niebla;
una voz en el camino de este hijo de la tierra.

Y vació el tintero, desapareció la musa;
no hubo cuadro que sobreviviera,
y hasta las novelas nunca escritas se llevó.

Desperté.

Y ese muro invisible derribó con su presencia,
liberó mis emociones confinadas en el hielo y la amé…

Y me devolvió la inocencia que creía perdida,
desvaneció para siempre ese amor suicida;
reviví. No era carne y pensamiento, encontré mi corazón.

Y casi pierdo la razón mientras se iba,
nubes negras de tormenta y de dolor;
la desesperación y miedo sobre mí se cernían
y de largo y sin tocarme pasó el horror.

Vacío:

Y terminó en silencio,
de forma discreta y en la oscuridad.
Como hojas que lleva el viento,
indiferentes a mi realidad.

Duró poco, no sé si realmente existió;
creí haberla encontrado,
por lo que el desencanto fue mayor.

Hace tanto que te busco y adivino
que empiezo a dudar de la bondad de mi destino…
hasta hoy.

Y es que el brillo de los colores no se ha ido,
sigue el sol en lo alto, y por la noche, de la luna, el brillo;
éste calor en el pecho me sigue confortando,
y estos últimos días la melancolía no duele tanto…

Sigo vivo, mi corazón late fuerte,
está libre de cadenas y de espinas;
no estoy solo y apenas duele el día a día,

Y aunque no estés te siento en el ambiente,
incluso te escucho aunque trates de esconderte,
y el otro día te encontré, disfrazada
con cabello pelirrojo y verde la mirada, te pillé.

Y en el fondo es una aventura el buscarte cada día,
encontrar de reojo esas miradas cómplices
sentir de refilón el roce de tus labios
y en cada esquina buscarte, encontrarte una vez de miles.

Eres un espíritu libre, mi pequeña,
y creo haber aceptado que no podré llamarte mía
aunque siempre te sienta entre mis venas
cuando al verte mi corazón se acelera.

Y me despido por ahora, Mujer de ojos negros;
nos veremos pronto, quizá en la siguiente esquina…
no te digo adiós, sino hasta luego,
pues eres y serás siempre parte de mi vida.

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